S28/10/11
Ocurrió el jueves a la noche, mientras un grupo de amigos cenaba en un stud. Las víctimas creen que fue un mensaje mafioso, porque a raíz del hecho anterior terminó preso un alto jefe de la Bonaerense. Al anfitrión ya habían intentado secuestrarlo.
PorSergio Dima
San Isidro
Estaba todo listo para que -como casi todos los jueves- Miguel sirviera el asado que había preparado para su jefe y sus invitados. En total eran unas veinte personas. Pero la reunión se frustró cuando cuatro hombres armados irrumpieron en el lugar a los gritos, redujeron a todo el grupo y diez minutos después escaparon con dinero, celulares y la computadora de una de las víctimas.
El hecho ocurrió en un stud de caballos de carrera ubicado en la calle Caracas al 900 de la localidad de Martínez, a unas dos cuadras del Hipódromo de San Isidro. Lo llamativo del caso es que el lugar pertenece al empresario Jorge Pereyra (70), el dueño de la cadena de bingos «Grupo Midas», a quien una banda había intentado secuestrar cuando llegaba a su casa de San Isidro, el 5 de agosto pasado .
Aquel hecho de inseguridad contra Pereyra derivó en una investigación por la cual después fue detenido el jefe de la Policía Distrital de San Isidro , comisario inspector Raúl Papa, tras descubrirse que había tenido contactos con la banda. Papa estaba al frente de la investigación de ese caso. Y en un primer momento había informado que lo de Pereyra había sido un intento de robo. Luego los Pereyra descubrieron que en verdad había sido un intento de secuestro, frustrado porque su mujer comenzó a disparar desde el balcón y porque su hijo atropelló el auto de los ladrones con su camioneta.
Ayer, Pereyra estuvo recluido en su casa y prefirió no hablar con la prensa. Pero fuentes de su entorno le confiaron a Clarín que el empresario sintió lo ocurrido en la noche del jueves en su stud como «un apriete», «un mensaje» y no un simple robo . Pereyra estaba allí a punto de cenar con sus dos hijos, otros empresarios amigos y gente de su círculo. El encargado de prepararles el asado era Miguel, el capataz, como lo hace siempre.
Antes de servir, Miguel bajó las escaleras para alimentar a sus perros y dejó a su jefe y al resto de los invitados en el salón del primer piso. Cuando estaba por volver a subir, vio a dos hombres que encaraban corriendo por las escaleras y un tercero que se acercó hacia él.
«Vino para donde estaba yo y me mostró un arma.
Me agarró del cuello, me dijo que me quedara quieto y me obligó a subir con él «, contó Miguel a Clarín . Un cuarto ladrón ya había reducido al joven que estaba cuidando los coches de los invitados y se había quedado en la calle de «campana». Pereyra suele andar con custodia personal pero, según los testigos, se había retirado media hora antes de que llegaran los ladrones .
Una vez en el salón del primer piso, los asaltantes -que estaban vestidos con ropa sport y gorras de lana negra, aunque actuaron a cara descubierta- obligaron a Pereyra y a todos sus invitados a poner sus manos arriba de la mesa. Los ladrones intuían que alguno de ellos podía haber estado armado.
«Si llegamos a encontrar que tienen armas matamos a uno o dos» , gritó uno de los ladrones. Y enseguida le pegó en la cabeza con la culata de su pistola a uno de los empleados de Pereyra, gerente de su grupo de bingos.
Además de las manos sobre la mesa, todas las víctimas tuvieron que levantarse la ropa para terminar de demostrar que ninguno estaba armado. La banda no quería sorpresas.
«Junten la plata, junten la plata» , seguían gritando los asaltantes. La situación se había tornado violenta, pero cuando los ladrones juntaron el dinero que había -no trascendió la cifra- y los celulares de todos, escaparon.
«Quedaron todos muy asustados, fue bastante violento. Y a Pereyra le dio la sensación de que no se trató de un simple robo y que ni siquiera fue al voleo, sino que fue una especie de mensaje dirigido hacia él por lo que ocurrió en agosto «, le aseguró a Clarín una fuente del entorno de Pereyra.
El otro dato llamativo en el caso es que el stud asaltado está ubicado en jurisdicción de una comisaría de San Isidro en la que se desempeña como jefe de calle un hijo del comisario inspector Papa. Fuentes policiales indicaron a Clarín que el hijo del policía detenido está de vacaciones desde hace más de 15 días y que el jueves no estaba cumpliendo funciones.
De todas maneras, el fiscal Gastón Garbus ordenó que la investigación fuera encabezada por la Delegación de Investigaciones (DDI) de San Isidro. «Es raro. Sólo robaron relojes, celulares y el efectivo que tenían en la billetera y los bolsillos. Y llama la atención que Pereyra y su hijo, protagonistas del robo anterior, sean nuevamente el blanco de un asalto», arriesgó otra fuente del caso.
Si disfrutaste nuestro artículo, siéntete libre de suscribirte a nuestro feed rss