Diario La República – COLOMBIA
Bogotá. Álvaro Montes Montoro quería ser matador de toros. De a pie. Soñaba con ser figura y por eso, cuando tenía trece años, decidió inscribirse en la Escuela Taurina de Jaén, su tierra.
Allí aprendió la técnica. A manejar con arte el capote, la muleta y la espada. Probó suerte en varios tentaderos de ganaderías andaluzas, pero empezó a descubrir que engañar las embestidas de un toro con las telas no llenaba su alma.
Faltaba algo, para sentirse plenamente torero. Ese algo era el caballo, pues tan fuerte era su afición por los toros como por los equinos. Así que decidió completar su alma. Sin vestirse una sola vez el traje de luces, decidió que quería ser rejonero. Ahora, cuando celebra la temporada de su décimo aniversario de alternativa, los mejores rejoneadores del mundo reconocen en él a un torero al que hay que respetar.
Montes, de 26 años, volverá este domingo ala Santamaría, con la intención de repetir el triunfo que conquistó el año pasado. Y lo intentará conseguir con la voluntad de otros tres `toreros`: Chambao, Jamo y Maestro, tres de sus principales caballos, a los que considera como sus hijos. Sus caballos toreros, que atendiendo los toques de rienda y espuela, del jinete jiennense, buscarán lucirse ante un encierro de Dosgutiérrez.
¿Cómo se formó su vocación por el rejoneo?
Yo soy el más chico de la familia y mi padre tenía la ilusión de tener un torero o un rejoneador en casa, aunque no esperaba que fuese yo. Empecé toreando de a pie en la escuela taurina de Jaén, pero yo veía que me faltaba algo, y ese algo era el caballo, porque desde que nací he estado en lo alto de un equino. Por eso me cambié.
En el rejoneo son dos voluntades las que se tienen que acoplar con armonía. ¿Cómo es esa preparación con sus caballos para que usted domine el ruedo?
Para dominar un toro, primero hay que dominar al caballo. Ponerte de acuerdo con él es más complicado que el toreo a pie. La preparación es distinta, mucho trabajo en el campo, me gusta perderme con el equino y me sustento en la confianza.
Este domingo la gente va a ver a Chambao, Maestro y Jamo, sus caballos. ¿Cómo los define?
Estos tres caballos que he traído son de los más importantes de mi cuadra. Los defino como valientes y un poco aventureros. Son tan buenos que no me da miedo enfrentarme a lo que salga. Por eso creo que tanto yo como el público de Bogotá disfrutaremos.
Para un rejoneador los caballos son como unos hijos. ¿Qué significan ellos para su vida?
Así es, cuando me refiero a ellos yo les digo `mis niños`. En la finca digo `voy a echarle de comer a mis niños`. Se les coge mucho cariño, son una parte muy importante de mi vida.
Uno siempre quiere a los hijos por igual, pero de `sus niños`, ¿cuál es la estrella del toreo a caballo?
Para mí todos son estrellas, porque a la hora de `meter el hombro`, todos lo hacen. Pero si tuviera que elegir, pues quizás Chambao, porque es un caballo que le gusta mucho a la gente.
Chambao tiene una historia especial, su nombre no es casualidad…
Se llama así porque nació debajo de un tejadillo de lata, que allí en España a eso le llamamos un chambao. Fue cuando yo estaba en obra y no tenía las cuadras terminadas. Y allí se refugió la madre y allí nació. Pero también le puse Chambao porque soy un seguidor del grupo de flamenco chill-out que lleva ese nombre.
En estos años de carrera, ¿cuál es su mayor logro conquistado?
Lo más importante es el sitio que me están dando los compañeros. Las figuras del rejoneo me han dejado entrar por eso, porque están viendo que lo estoy haciendo a base de esfuerzo.
¿Cómo describe su tauromaquia?
Sobre todo diferente. Porque hoy en día está bien fijarse en Pablo Hermoso de Mendoza, porque es el número uno. Como él, poquitos han puesto en categoría al rejoneo. Pero creo que las imitaciones son malas, y hoy empieza cualquier chaval y lo primero que hace son las cosas que hace Pablo Hermoso.
¿Su padre, su familia, lo siguen cuando torea?
Mi padre me sigue mucho, cada vez que puede o estamos cerca de casa, pues intenta ir. Es una persona muy taurina. Mi madre es la que nunca me ha visto torear. Me ve en la televisión cuando sabe que todo ha salido bien, pero ahora mismo es la que más disfruta tener un rejoneador en casa. Ella no lo pasa mal cuando toreo, porque sabe la seguridad que tengo en un caballo. Pero cuando le decía que lo que quería era ser torero de a pie, se oponía, me decía que estaba loco. Mi madre siempre quiso que fuera torero de a caballo, porque desde pequeño me está viendo que ando como un indio.
¿Qué sería de Álvaro Montes si le quitaran el toreo y el caballo?
No sé. Esto es mi vida. Pero quizás me verían en el París – Dakar, me apasionan mucho los Rally. Hoy soy rejoneador y tengo espíritu aventurero, si no lo fuera, no perdería ese espíritu.
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