Diario de Navarra
– El buen tiempo animó la afluencia de visitantes en el Concurso Ganadero de Cinco Villas. Cerca de dos centenares de cabezas y 120 puestos de venta agroalimentaria y artesanal compusieron la oferta
EL tiempo, tan caprichoso a estas alturas del calendario, fue benévolo ayer con las ferias de Lesaka, un escaparate ganadero que ofrece atractivos para calibrar el estado de la cabaña de la comarca. Tal es así que su concurso se amplía a Cinco Villas y sirve de excusa a lugareños y foráneos del entorno para coincidir en un ambiente de fiesta.
En un marco bendecido por el sol reinante, la plaza Zaharra y aledaños focalizaron la atención con cerca de dos centenares de animales -con predominio del ganado equino- y un total de 120 puestos de venta agroalimentaria y artesanal.
Sobre el conjunto ganadero expuesto, dos ejemplares despuntaron por su corpulencia. Una vaca de 500 kilogramos y un caballo de raza Burguete, que responde al nombre de Castaño y con cerca de 800 kilogramos, coparon los primeros premios de sus categorías. La txapela acreditativa de su destacada condición recayó en José Antonio Igoa Etxebeste, del caserío Begibeltzenekoborda, de Bera; y José Antonio Larralde, de Lesaka, respectivamente.
Las óptimas condiciones del clima, unida a la variedad dispuesta en un irreconocible centro urbano, animaron el registro de asistencia con un flujo incensante de visitantes que puso a prueba la paciencia de los conductores más rezagados para hallar un hueco donde aparcar sus vehículos.
La edición de ayer prorrogó un encuentro con señas de identidad históricas. Las primeras referencias documentales remiten a 1499. Fue un privilegio real concedido probablemente a raíz de un conflicto en el que Lesaka salió en defensa de los Reyes de Navarra. Por el mismo motivo, la villa recibió una segunda autorización para organizar un mercadillo con una periodicidad quincenal. Hoy, con el legado histórico como excusa, hay vecinos que comparten mantel cada quince días en recuerdo del privilegio real de los mercadillos. Con el eco del pasado, Lesaka renovó ayer su compromiso de conservar sus costumbres.
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