Lanacion.com (Argentina) – Argentina
Los jockeys del futuro pusieron en manos del piloto brasileño el trofeo más importante del año
Jorge Ricardo, un modelo a seguir
Atrévanse a soñar como alguna vez soñó Jorge Ricardo». Los receptores de ese deseo, motivación, mensaje de Bruno Quintana eran los alumnos de la escuela de aprendices de San Isidro, reunidos allí, junto al ídolo de la fusta, para entregarle el Pellegrini del Año 2008, el máximo trofeo que otorga la hípica nacional de manos del presidente del Jockey Club.
Moqueaba Ricardo; le temblaban las piernas al jinete que la semana que viene volverá a montar tras su convalecencia por una rodada en Brasil, corriendo el Latino. Instantes atrás, al recibir la noticia de su elección, se había fundido en un interminable abrazo con otro Ricardo -Benedicto-, el dueño de Rubio B-, su mentor en la Argentina. Instantes atrás, también, había regalado otra foto imperdible, histórica, estrujado con Pablo Falero, otro grande del apile.
Ricardo, en portuñol, agradeció al turf argentino por haberle abierto sus puertas, a los integrantes del stud Rubio B., a Alejandro García Romero, quien los presentó, y fundamentalmente a sus padres, «quienes me guiaron y me enseñaron a ser como soy. No me creo más que nadie; nunca imaginé ganar tantas carreras y tampoco se cómo lo hice», agregó el jinete, ya un poco más recuperado de tanta emoción.
Emoción fue lo que no faltó en la noche de los Pellegrini, con un auditorio que aplaudió a morir a Jacinto Herrera, otro de los premiados y que se recupera de un desgraciado accidente de pistas.
Jacinto fue hasta las lágrimas y elevó a un altar a María, su esposa, compañera, madre de sus hijos, sostén anímico en sus momentos más difíciles.
Juan Garat fue y vino del y hacia el estrado como el que más para recibir los premios originados por Life of Victory, su caballo emblema.
Juan Carlos Bagó tomó el micrófono luego de que Firmamento ganó en la terna de los criadores y sostuvo que llegar al éxito en la industria del turf, donde se trabaja con seres vivos como los caballos, es más complicado que en la farmacéutica, donde con buenos técnicos se pueden conseguir buenas fórmulas y licencias.
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